jueves, 28 de noviembre de 2013

EIR

La pieza coreográfica concebida por Marina Sarmiento surge como un proyecto encargado por el Centro de Experimentación y Creación del Teatro Argentino de La Plata.
La obra está inspirada en la reconocida artista platense Iris Scaccheri, bailarina de gran trascendencia a nivel nacional e internacional durante las décadas del ‘60 y ’70, fenómeno poco común en la danza que trabajó en el Instituto Di Tella y con figuras de la danza como Dore Hoyer (discípula de Mary Wigman).
Para crear la obra, Sarmiento se basó en los pocos registros que hay de Scaccheri: notas de prensa y escasos videos de sus obras. Además de entrevistas a colegas y artistas vinculados a ella, así como el libro de fotografía de Susana Thenón y el libro Brindis a la danza publicado por la propia Iris en 2011.
La propuesta, presentada en el Cultural San Martín, combina danza y plástica en un desarrollo escénico que intenta emular  la figura de la artista a partir de un intento de recuperar “la intensidad de su presencia”, según palabras de la coreógrafa.
En ese desarrollo priman tres colores significativos que son el blanco, el negro y el rojo. La luz, la oscuridad, la sangre. La bondad, inocencia y pureza del blanco; la muerte, el misterio y el poder del negro; la energía, pasión y amor del rojo.
Formas en carbonilla sobre un fondo blanco de papel que dibujan movimientos como danzas impresas fijadas en los trazos.
Danza desarticulada que juega con los equilibrios, que indaga en una manera particular del movimiento, que dibuja más líneas y formas en el espacio de la sala.
Y una mancha roja, una flor sangrante que viste a la bailarina cuyo cuerpo desnudo quiere desprenderse de toda carnalidad. Una prenda carmín con la que juega en su danza.
Un interrogante que puede caber en el público que observa o quizás hasta indignar al espectador que ha conocido a la bailarina platense es qué lleva a la intérprete a desnudarse.
Para esclarecer un poco el asunto es interesante escuchar algunas de las preguntas que guiaron la investigación: ¿qué vino después de Iris?, ¿en qué momento estamos ahora?, ¿cómo dialogan los jóvenes creadores con el paso del tiempo, las obras y las figuras icónicas del arte?  Estos interrogantes planteados orientan acerca de la búsqueda que hubo en el desarrollo de la propuesta escénica de Sarmiento, y también pueden colaborar en su comprensión.

Por otro lado, es esclarecedor escuchar lo que Iris decía: "Yo creo que esta es una época de puente: algunos esperan, otros repiten cosas, otros, muy pocos, que saben que nadie se va enterar, intentan la transición”. Y a pesar de considerarse “desgraciadamente” una de esas personas, de alguna manera se constituyó como una figura icónica de esa transición silenciosa.
Puede ser útil pensar si para ser transición hay que estar convencido y entregado a la pasión que se siente, a esa verdad interior que puja por salir y a la que solo algunos le dan el espacio suficiente para existir.
También preguntarse si entregarse a la verdad es desnudarse.
El desnudo de la escena muestra el cuerpo en todo su ser. Carne y piel, sudor, cansancio y humanidad. La bailarina que transmuta y la bailarina cuerpo presente que mueve articulaciones, que respira, que vive.
Danza cuya única pretensión es dar cuenta de esa entrega.
Homenaje que intenta ser un puente entre el pasado y el presente.

Qué: Eir

Quién: Concepción, Puesta en escena y Dirección: Marina Sarmiento.- Intérpretes: Lucía Savloff.- Diseño de espacio y de luces: Matías Sendón.- Música original: Leonardo Di Gusto.- Fotografía: Sebastián Arpesella.- Diseño gráfico: Emilse Berlanga.- Asistencia general: Micaela Moreno.- Colaboración artística: Lucía Fernández Mouján.- Coreografía: Marina Sarmiento, Lucía Savloff.- 

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